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Ocurrió en 2007. En la actualidad, la deportividad reina en el fútbol pero entonces, la situación era bastante diferente. Eran tiempos en los que la rivalidad en los derbis sevillanos trascendía el terreno de juego. Tal fue así que, en el cruce de Copa del Rey en el Benito Villamarín, la crispación llegó a las gradas y al palco.

Situémonos. El Real Betis Balompié recibía al Sevilla FC en su propio feudo en los cuartos de final de la Copa del Rey. Emparejamiento, dicho sea de paso, que no se producía desde la temporada 1984/1985, del que salió clasificado el conjunto verdiblanco. La ida disputada en el Sánchez Pizjuán terminó con un empate sin goles y todo se resolvería en el estadio del Real Betis. Frederic Kanouté adelantó al Sevilla e, instantes después, un botellazo lanzado desde la grada impactó en el técnico sevillista Juande Ramos. El manchego fue trasladado al hospital y el encuentro se suspendió, jugándose los minutos restantes en el Coliseo Alfonso Pérez a puerta cerrada. No obstante, esta historia empezó días antes.

Todo se desató cuando, en las vísperas del encuentro, el Sevilla FC acordó recibir el ‘Monumento a la afición’, recuerdo otorgado a los equipos visitantes en el Villamarín con motivo del centenario verdiblanco. Pero la directiva del Sevilla se negó a fotografiarse en la sala de trofeos del Real Betis junto a un busto de Manuel Ruiz de Lopera. Esta negativa calentó el ambiente e incluso originó una avalancha de insultos de algunos aficionados del Betis a del Nido en el palco. También se dice que el presidente del Sevilla le profirió insultos a Javier Páez, sobrino de Lopera, textualmente: Tienes la misma cara de maricón que tu tío.Así se fraguó la anécdota que contribuyó a enrarecer un ambiente ya de por sí enrarecido y que culminaría de forma surrealista. No tuvo lugar sobre el césped, sino en la tributa de autoridades, donde el máximo mandatario bético, el inefable Manuel Ruiz de Lopera, quiso compensar su ausencia de un modo muy particular. Ordenó colocar un busto de su propia efigie, tallado en bronce, delante del presidente del Sevilla, José María del Nido.
Manuel Ruiz de Lopera era el presidente del Betis, él me vetó la entrada al estadio pero yo decidí ir como iba a todos los partidos, porque no he fallado como presidente a ninguno. Y me colocaron en el asiento de detrás un busto, soldado con cables de acero al suelo del asiento donde estaba sentado, contó el propio del Nido a los medios de comunicación. Como era de esperar, el cachondeo no se hizo esperar. De hecho, un chiste recorrió Sevilla los días siguientes: ¿Qué le dijo don Manué a del Nido? El busto es mío.