La España de todos
España es campeona de Europa. Hace un mes, pocos la ponían entre las favoritas, pero esta selección ha deslumbrado desde el primer partido hasta una final que ya forma parte de la historia del fútbol español.
España es campeona de Europa. Hace un mes, pocos la ponían entre las favoritas, pero esta selección ha deslumbrado desde el primer partido hasta una final que ya forma parte de la historia del fútbol español.
España ha cambiado. Y no sólo porque ilusione como en los tiempos de aquella selección alumbrada por Luis Aragonés y sublimada por Vicente del Bosque, que también, sino por la alegría aderezada en el gran juego desplegado en toda la fase de grupos y en octavos. El mejor de toda la Eurocopa, tal vez, la que ha generado las mejores sensaciones e incluso la certeza de que la cuarta no es sólo una utopía.
Cada dos veranos, las agendas de quienes amamos el fútbol se llenan de citas inesperadas. El final de temporada ha sido sólo el prólogo de lo que está por llegar. Y se nota. Es algo que se palpa en el ambiente: las banderas de los países más exóticos riegan los bares y te sorprendes a ti mismo viendo un Rumanía Eslovaquia o consultando en tal guía ese lateral derecho alemán que tanto va a dar que hablar durante los próximos años.
Llegaban los equipos, Athletic y Mallorca, con las maletas llenas de la ilusión e incertidumbre propias de una final. Pero no venían solos. Les acompañaban los aficionados, la parroquia de inseparables, en un viaje paralelo para animar a sus ídolos y regresar a casa con la Copa del Rey en el bolsillo.
Cuando una persona ilustre nos deja, arde una biblioteca. Con ellos, se pierden los recuerdos, la voz de quienes los conocieron y ya no están, así como las imágenes que ya sólo existen en el imaginario colectivo. Y es que, con Manuel Ruiz de Lopera, no sólo se va un personaje único del fútbol noventero, sino una parte importante de Sevilla.
He quedado con Diego Rodríguez junto al hotel Macarena, pero el lugar está copado por una manifestación que hace imposible encontrar aparcamiento. Cuando detiene el coche junto a un paso de peatones, lo reconozco y me dirijo hacia él. Al abrir la puerta, me recibe con un apretón de manos y una sonrisa. El interior del vehículo es bastante habitable y cómodo; la conversación, también.
En la tarde de ayer se dio a conocer la noticia más esperada, y no por ello menos temida, del beticismo. Joaquín Sánchez colgará las botas a final de temporada. La ya leyenda del Betis lo hará en el equipo de sus amores, el que lo vio crecer desde que ingresó en las categorías inferiores proveniente del Puerto de Santa María.
Numerosos clubes de la Liga Española lucen una corona en el escudo. Estos equipos, como Real Madrid, Real Betis o Real Sociedad. cuentan además con la palabra real precediéndoles. El origen de dicha distinción se remonta al reinado de Alfonso XIII
Un Betis-Sevilla siempre es un partido marcado por la intensidad, pero la trilogía de derbis que tuvo lugar en febrero de 2007 caldeó la situación, elevándola a límites berlanguianos. En ocasiones la rivalidad en los derbis sevillanos trasciende al terreno de juego y la eliminatoria copera de 2007 no fue menos, pues la crispación escaló a las gradas y al propio palco.
Betis y Sevilla, Sevilla y Betis. Una rivalidad centenaria que traspasa fronteras. Pocas ciudades tienen el honor de vivir el derbi con la guasa inherente el carácter sevillano. Amigos, parientes o novios, los lazos se toman una tregua cuando el balón echa a rodar en el Benito Villamarín o en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Pero hay ocasiones en que la sevillanía se impone a la rivalidad. Una de las más curiosas fue en 1980.