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Betis y Sevilla, Sevilla y Betis. Una rivalidad centenaria que traspasa fronteras. Pocas ciudades tienen el honor de vivir el derbi con la guasa inherente al carácter sevillano. Amigos, parientes o novios, los lazos se toman una tregua cuando el balón echa a rodar en el Benito Villamarín o en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Pero hay ocasiones en que la sevillanía se impone a la rivalidad. Una de las más curiosas fue en 1980.

Aquel verano el Real Betis Balompié acometió las obras de su estadio con el fin de construir una nueva grada para los dos partidos que albergaría en el Mundial de España 1982. Dicha reforma fue encargada a la empresa Dragados y Construcciones que el 6 de junio ejecutó la voladura de la Tribuna de Fondo y el 18 del mismo mes, la de Preferencia, las únicas en pie del mítico Stadium de la Exposición. Pero una huelga indefinida de trabajadores durante los meses estivales paralizó la construcción y al Betis se le echó el tiempo encima.

Tanto fue así que el conjunto verdiblanco solicitó jugar los tres primeros partidos de la temporada fuera de casa, y lo consiguió cambiando el orden de los encuentros contra Valencia y Osasuna que habrían de visitar Heliópolis en la segunda y tercera jornada; pero la cuarta y sexta debía jugarlas como local. En aquella época, sólo había dos estadios en la ciudad, pues faltaban casi veinte años para que el Olímpico de la Cartuja abriera sus puertas. Y entonces el Sevilla apareció en la ecuación.

El Betis solicitó al Sevilla la cesión del Sánchez-Pizjuán para disputar el partido ante Las Palmas, tras haberlo puesto en conocimiento de la Federación, a lo que la junta directiva del club de Nervión lo aceptó de buen gusto. Fue el 28 de septiembre y, bajo unas condiciones climáticas poco apacibles, el cuadro verdiblanco se impuso por 4-1 a los insulares con goles de Biosca, Segundo y Diarte, con dos dianas. Las obras seguían su cauce y tampoco estarían a tiempo para la jornada seis ante el Atlético de Madrid que tendría lugar el 12 de octubre. Aquella negociación entre Juan Manuel Mauduit y Eugenio Montes Cabeza, presidentes de Betis y Sevilla respectivamente, fue más dura que la primera. El club de Nervión estaba inmerso en los actos de conmemoración del 75 aniversario y la tarde del partido estaba reservada para el partido del Sevilla Atlético.

La Federación comunicó al Betis la imposibilidad de aplazar el partido y les exhortaba para jugar como locales el 12 de octubre, tal y como estaba previsto. Así las cosas, volvieron a reunirse las directivas de Betis y Sevilla. No fueron pocos los ofrecimientos de otros clubes para albergar el partido, pero los estadios de Cádiz, Málaga y Huelva eran demasiado pequeños y el Santiago Bernabéu, cedido por su presidente, quedaba muy lejos para un desplazamiento.

Pero el presidente del Betis tenía un as en la manga. Aprovechando el partido de Copa del Rey entre el Sevilla FC y el Betis Deportivo, Mauduit le prometió a Montes Cabeza que dicho encuentro se disputaría en el Benito Villamarín y no en Piscinas Sevilla, donde el filial del Betis jugaba como local. La directiva del Sevilla dio el visto bueno y volvió a ceder su estadio al eterno rival. En esa ocasión, la afición bética llenó el Sánchez-Pizjuán con cuarenta mil espectadores, pero el Betis perdió por 0-1 ante el Atlético de Madrid, con gol de Rubén Cano, no sin antes desplegar una pancarta que rezaba: La afición bética agradece al Sevilla la gentileza de ceder su campo.

El Real Betis pudo volver al Benito Villamarín una vez concluidas las obras: fue en la séptima jornada y se impuso ante el Hércules por 2-0 con goles de López y Gordillo. En Preferencia sólo se permitió la presencia de público en el voladizo, se improvisaron unos vestuarios bajo la grada de Fondo y el Betis saltó al campo por la esquina entre esta y el Gol Norte. Aquellas victorias fueron el preludio de una campaña que concluyó con un meritorio sexto puesto en Liga, tan sólo a cinco puntos del campeón de Liga, la Real Sociedad.

La puesta de largo del ya remodelado Benito Villamarín tendría lugar el 5 de noviembre de 1980 contra el Cosmos de Nueva York, donde habían militado Pelé y Beckenbauer, y que se saldó con empate a tres. Aunque, en realidad, no fue esta la única vez que el Betis jugó en feudo sevillista: el único precedente databa de 1939, cuando el equipo verdiblanco jugó tres partidos del Campeonato de Andalucía como local en el viejo Nervión, dado que el estadio de Heliópolis quedó muy dañado por la Guerra Civil. Aún así, nunca más ha vuelto a repetirse una circunstancia así hasta la fecha.