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El Sevilla fichó a Rinat Dassaev en noviembre de 1988. Era el primer jugador soviético que militaba en la Liga Española, pues hasta entonces los jugadores del Telón de Acero no podían fichar por equipos occidentales. Tras unas complejas negociaciones con Spartak de Moscú, el Ministerio de Deportes ruso y con el propio Mijaíl Gorbachov, Dassaev se convirtió en jugador del Sevilla por doscientos millones de pesetas. Pero su paso por la capital hispalense sería recordado por una anécdota muy curiosa.

Dassaev contaba con la vitola de ser el mejor portero del mundo y subcampeón de la Eurocopa de 1988. Así lo demostraron los casi tres mil aficionados sevillistas que le recibieron en el aeropuerto de San Pablo al grito de ¡torero, torero! Pronto se ganó el cariño de la afición, quienes le llamaban Rafaé, al pronunciar erróneamente su apellido. También el de sus compañeros por su carácter amable y trabajador, dado que seguía realizando ejercicios una vez finalizados los entrenamientos pese a los problemas de rodilla que arrastraba. La camiseta amarilla que siempre vestía infundía respeto a los rivales y todos esperaban que la acreditada calidad del tártaro hiciera al Sevilla candidato al título de Liga, pero sus actuaciones no terminaban de avalarlo. Debutó ante el Real Madrid de Hugo Sánchez y el primer balón que tocó sería entre las redes del Sánchez-Pizjuán.

Aquello sería el preludio de su accidentada carrera sevillista. Nunca mejor dicho. La guinda al pastel la puso el autogol infringido ante el Logroñés y las malas actuaciones se sucedieron una tras otras. No convencía al entrenador Vicente Cantatore, hasta el punto de ser colocado titular por orden del presidente Luis Cuervas para rentabilizar la astronómica cantidad que el club había desembolsado por él. Poco después el rendimiento de Dassaev bajó considerablemente tras agravarse su lesión de rodilla y ya ni el presidente, su gran valedor, confiaba en él. Todo ello pronto infundió más dudas entre la afición que respeto en los rivales

Al año siguiente, el Sevilla ya lo tenía apartado y la llegada de Unzué a la portería redujo a cero las posibilidades del ruso de volver a jugar. Además, aquel año el club rojiblanco fichó a Iván Zamorano que pasó a ocupar la plaza de extranjero. Aun así, nuestro protagonista se quedó a vivir en Sevilla, entrenando por cuenta propia y gestionando su tienda de deportes que se saldó en un completo fracaso. Esperaba una oferta de un gran club y se rumoreó con un traspaso al Oporto, Sabadell, Orihuela e Internacional de Porto Alegre, que nunca se produjo.

En julio de 1991 finalizó el contrato de Dassaev con el Sevilla y comenzó el calvario. El sueldo del guardameta lo gestionaba Soviet Inter Sport, una empresa propiedad del Estado Soviético y que le debía treinta y cinco millones de pesetas. Tampoco el sueldo de su esposa, profesora de gimnasia rítmica, era suficiente para mantenerse. Y por si eso fuera poco, el club le reclamaba el piso donde vivía y el Citroen BX que conducía. Arruinado y sin equipo, comenzó a extenderse el rumor sobre el gusto del guardameta por frecuentar los bares de copas hasta altas horas de la madrugada y sus múltiples citas con Monchi, Andrade y Conte en una famosa bodeguita sevillana. Ahí se gestó la tragedia.

Una noche Rinat Dassaev volvía de fiesta por la calle Palos de la Frontera al volante del Citroen BX cuando dio un volantazo, rompió las vallas del arcén y se precipitó al foso que rodea la Real Fábrica de Tabacos, a una altura de cuatro metros. Los servicios se emergencias se personaron en el lugar de los hechos ante una avalancha de curiosos y rescataron al portero de una caída necesariamente mortal que fue amortiguada por los árboles del foso. Por suerte, el ruso sólo se fracturó el cuarto metacarpiano y sufrió una herida superficial en el párpado izquierdo. Preguntado por la circunstancia de si se encontraba en estado de embriaguez, afirmó: No me hicieron la prueba del alcohol y no hablé con ningún policía, así que no sé de dónde ha salido que estaba borracho.

La noticia corrió como la pólvora y el cachondeo sevillano la adornó con detalles propios de leyenda urbana. Así, se extendió el rumor de que, en realidad, Dassaev se había caído hasta tres veces en el mencionado foso. Un hecho alimentado por la multa que le fue impuesta meses antes por beber bajo los efectos del alcohol y que el folclore popular añadió a una lista de caídas al foso que no paraba de crecer cada vez que se contaba la anécdota. Lo que sí fue cierto es que aquello supuso el fin de la carrera deportiva de Dassaev, aunque después encontró trabajo como entrenador de porteros del Sevilla. Un triste final para el que fue el mejor portero de la historia de la Unión Soviética con permiso de Lev Yashin.

Documentación: Blog Amigos de Colusso vs. amigos de Kukleta.