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La Bética se impone en el Coliseo y hace sucumbir los cimientos del Imperio. No se oyó el entrechocar de las lanzas de los gladiadores, sino los olés de cada verónica. Atrás quedaron bárbaros del norte y pueblos conquistados, todos ellos yacidos sobre un sendero de sangre. La rebelión se inició en la propia Diócesis, propiciada por un foco de cuatro mil soldados que ya habían hecho de la provincia su particular metrópolis; una con personalidad propia bañada por las aguas del río Betis y arengada por el chasquido metálico del pugio y la cota de malla. La gran ofensiva verdiblanca en la cuna de la civilización deja Roma a los pies del Betis.

Cuando en 2011 José Mourinho fue interpelado acerca de Manuel Pellegrini, entonces entrenador del Málaga, el portugués fue tajante: Si algún día me voy del Real Madrid, no voy a entrenar al Málaga. Once años después, la trayectoria de ambos técnicos ha seguido cauces muy dispares que han desembocado en el Olímpico de Roma y ha servido para que Pellegrini se sirviese su particular vendetta.

Tras imponerse 1-2 a la Roma, el Betis sella prácticamente la clasificación a la siguiente fase de la Europa League. Fue un encuentro de menos a más donde, alentados por los cuatro mil béticos desplazados a Roma, el equipo verdiblanco remontó el tanto inicial de Dybala, merced al golazo de Guido Rodríguez a las puertas del descanso y al tanto decisivo de Luiz Henrique.

De este modo, el Betis firma su tercera victoria consecutiva en la Europa League, liderando el Grupo C con nueve puntos, cinco por encima de Ludogorets y puede certificar su clasificación matemática en la próxima jornada en el Benito Villamarín, de nuevo, ante la Roma. El conjunto de José Mourinho, por su parte, necesita una victoria con urgencia que le haga disputar la segunda plaza hacia las rondas eliminatorias.

Una Roma cargada de titulares no amilanó al técnico chileno que salió con un once inicial con muchos cambios respecto al último planteado en Balaídos. Las rotaciones del Betis no afectaron al nivel de juego desplegado por los verdiblancos frente a una Roma donde sólo Zalewski ocupó el puesto habitual de Spinazzola y que, minutos después, la lesión de Çelik obligó a Mourinho a situar al polaco en banda derecha.

Nueve fueron los cambios introducidos por Pellegrini ante la Roma. El Betis apostó por la posesión de la pelota desde el inicio del encuentro, con mucha presencia en el centro del campo con un gran Canales y generó las primeras ocasiones de peligro. La veterana juventud de Joaquín en banda sirvió en bandeja una gran ocasión que asistió al santanderino para firmar una acción personal que atajó Rui Patricio. El del Puerto también rubricó una jugada que Nabir Fekir, ayudado por Guido Rodríguez, estrelló en el poste. El Betis marcaba territorio.

Cuando los vientos soplaban en dirección al Betis, no tardaron en surgir los contratiempos. Fekir se quejó de un problema muscular en los isquios y abandonó el terreno de juego por Luiz Henrique. Y la mano de Aitor Ruibal en el área alertó, VAR mediante, al colegiado Matej Jug que señaló la pena máxima. Tras el tanto de penalti anotado por Dybala, Fekir tuvo el empate en sus botas pero se encontró frente a un gran Rui Patricio; éste no llegaría hasta que Guido Rodríguez con un disparo preciso y ajustado al palo puso las tablas en el luminoso del Olímpico.

Zaniolo pudo adelantarse para la Roma con una gran ocasión que estrelló en el larguero y Dybala lo intentó mediante una volea salvada por Claudio Bravo. El protagonismo del primer tiempo se teñía de verdiblanco, sin desdeñar el gran carácter ofensivo y táctico de la Roma de José Mourinho que causó numerosos estragos en la zaga del Betis. Así llegaron ambos equipos al túnel de vestuarios; el Betis saboreaba la sensación de imponerse y la degustaba en el paladar. La Roma aprovechaba los huecos del Betis en la retaguardia y ofrecía peligro a balón parado y, sobre todo, a la contra. Así pudo llegar la sentencia, esta vez de la mano de Cristante con un potente disparo a sangre fría que de nuevo se topó con Claudio Bravo; la balanza podía inclinarse a favor de cualquier equipo, pues ambos equipos se acercaban con peligro, pero quiso el destino que Luiz Henrique al más puro estilo Borja Iglesias cabeceara la victoria al fondo de las mallas.

El partido estaba roto y los últimos compases se desarrollaron a cara de perro. Zaniolo fue expulsado por propinarle una patada a Luiz Felipe y se perderá el partido decisivo que la Roma se juega la próxima semana en Sevilla. Se disputará en casa, en el Benito Villamarín, y en él todas las almas congregadas harán de Heliópolis el particular Coliseo del Betis.